El apóstol Pablo experimentó la
presencia del Señor a su lado. 2 Timoteo 4:16-17.
“En mi primera defensa ninguno estuvo
a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el
Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la
predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del
león”.
El apóstol Pablo se encuentra en Roma
y está siendo juzgado, ha participado ya de un primer juicio o audiencia en el
que nadie lo acompañó. Ninguno de sus discípulos ni ninguna representación de
alguna iglesia local estuvo allí para apoyarle.
Fue un momento en el que Pablo se
sintió sólo y decepcionado de sus discípulos y de aquellas iglesias que fundó.
El apóstol no permitió que el
resentimiento o la amargura echaran raíces en su corazón, por el contrario expresa
“que esto no les sea tomado en cuenta”.
Definitivamente aun en sus peores
días Pablo continuaba con su testimonio de vida siendo un excelente maestro. En
este caso nos recuerda y enseña la importancia de caminar en perdón.
En el versículo diecisiete Pablo
expone como la presencia del Señor lo acompañó, Jesús estuvo a su lado y
aquella presencia lo fortaleció y por eso aún en la cárcel continuó predicando.
Es muy importante tener en cuenta que aunque todos algún día no estén, el Señor
siempre estará a tu lado.
Recuerda que Jesús prometió: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".
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