Introducción: Todos
tenemos que morir un día, y la Biblia nos enseña que debemos comparecer ante
Dios. Lo único que nos salva de la condenación eterna es la fe en la obra de
Jesucristo en la cruz del calvario, el Señor siempre Salvador está presto para
ayudarnos y darnos su fuerza en todo tiempo…
Jesucristo es nuestra vida y fortaleza
a) El lago de fuego es el destino final de
tormento de toda aquella persona que no se acogió por la fe a la gracia de la
salvación que es en Cristo Jesús, por eso el Señor nos enseña claramente que en
él tenemos vida eterna: Juan 11:25-26.
“Le dijo Jesús:
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”.
b) Aquí vemos que Jesús es aquel que da
verdadera vida y la calidad de esa vida es eterna, aquella vida se le da a todo
aquel que cree en Jesucristo. Jesús dijo: “El que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá” así como está establecido que la persona que muere sin Cristo
vivirá la segunda muerte, también está establecido que todo aquel que vive y
cree en Jesús no morirá eternamente.
c) Jesucristo es nuestro Salvador y ayudador. Él nos libra de la muerte
segunda, y nos libra de la adversidad en la tierra. Juan 11 nos enseña el
poderoso milagro de la resurrección de Lázaro, en el que Jesús demuestra su
poder y grandeza sobre la muerte.
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d) Tenemos pues la certeza y la
confianza de que cualquiera que sea el momento en el que Dios decida
levantarnos de la tierra iremos a vida eterna, no iremos a condenación, la
muerte segunda no tiene poder sobre nosotros, pues por la fe en Jesús nuestro
nombre ha sido escrito en el libro de la vida.
e) Por su gran obra en la cruz y por su
infinito poder Jesús no sólo nos salva, él sigue librándonos de nuestras
dificultades y ayudándonos ante nuestros obstáculos.
Por eso el Señor
Jesús le dijo a la iglesia de Esmirna: “No temas, sé fiel y yo te daré la
corona de la vida”; y sin duda el más grande galardón de esa vida es estar para
siempre con el Señor, pues viviremos y reinaremos con él. A Jesucristo sea toda
gloria y honor.
Conclusión: Esta verdad debe generar en nosotros varios
resultados: agradecer a Dios por esta salvación tan grande, agradecer a Jesús
por haber dado su vida por nosotros, y agradecer al Señor por habernos librado
de la condenación eterna, y por supuesto depender de Cristo para no apartarnos
ni a la izquierda ni a la derecha.
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