Prédica: Dios te fortalece en tiempos de debilidad.
En varios pasajes de la Biblia, sobre todo en el Nuevo Testamento, se nos enseña que la vida en Cristo tiene mucha similitud con una carrera, de hecho el apóstol Pablo habla de correr la carrera que tenemos por delante.
Y por supuesto, para correr de manera adecuada debemos despojarnos de aquellas cosas pesadas, y superar los obstáculos que aparecen en el camino; es también importante correr con ropa y zapatos deportivos livianos.
Debemos tener en cuenta aquí, lo que nos dice la palabra de Dios en la Carta a los Hebreos 12:1-2
“Por tanto, ya que tenemos alrededor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia (es decir, con perseverancia) la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en el Señor Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando el rechazo y la vergüenza, y se sentó a la diestra de Dios”.
Al observar el pasaje bíblico anterior, debemos hacer la distinción entre el peso y el pecado. El término “peso” aquí se traduce de la palabra griega “onkos” que además quiere decir: carga, bulto, estorbo; indica encorvarse por la carga, y nos dice la palabra del Señor que “debemos despojarnos de eso” (es decir, debemos arrojar de nosotros aquellas cosas como las preocupaciones, la ansiedad, la falta de perdón, etc, factores que afligen nuestra vida).
Luego
nos habla el texto de el “pecado”, que es aquello que nos asedia (esto
significa aquellos pecados “que nos enredan”, aquello “que nos distrae con
facilidad”); entonces lo que debemos hacer es arrojar o soltar las cargas para
avanzar y correr livianos.
Y por supuesto, avanzar con discernimiento e inteligencia espiritual, evitando el pecado que hace tropezar y caer, pues esto es lo que provoca heridas, dolor y muchas pérdidas.
La palabra
de Dios nos enseña claramente que el Señor es la fuente de fortaleza del
cristiano; el Señor a través de su palabra ha prometido estar con sus hijos
todos los días hasta el fin del mundo. Entonces, podemos confiar en él, en su
poder y cuidado, él es nuestra ayuda, fortaleza, protección y provisión
siempre. Gracias Dios por tu amor y cuidado.
Escrito
por Pastor Gonzalo Sanabria.
Te invito a leer: Tu vida está en las manos de Dios
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