Prédica: Dios anhela corazones sencillos y sinceros.
La palabra del Señor nos enseña que los publicanos (cobradores de impuestos al servicio de Roma) eran señalados y rechazados por los demás judíos y por las autoridades religiosas de Israel; en contraste el Señor Jesús se acercó a ellos para llevarles el mensaje del evangelio del reino de Dios.
Literalmente, podemos leer en el evangelios según San Marcos 2:16-17 “Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con publicanos y pecadores?
Y escuchando el Señor Jesús, les respondió diciendo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a los pecadores al verdadero arrepentimiento”.
Esto sucedió porque los escribas y fariseos juzgaban las cosas por lo que veían exteriormente; en contraste, los ojos del Señor Jesús lograban ver la verdadera condición de sus corazones, ellos eran ricos en términos materiales, sin embargo, su vida espiritual era pobre. Ellos necesitaban la misericordia de Dios.
La gracia de Dios era ausente en sus vidas, y las tinieblas gobernaban sus corazones; por eso el Señor Jesús también les daba la oportunidad de escuchar la invitación de Dios, Cristo vino a traer salvación, y a reconciliar al pecador con Dios.
Todos necesitamos a Cristo, y por nuestra condición de pecadores, debemos tener presente que cuando nos acercamos a Dios no es por virtudes propias, sino por la perfecta obra de Jesús en la cruz del calvario.
Como nos enseña la Biblia, lo primero que el Señor Jesús mira es el corazón. En aquel tiempo, todos rechazaban y menospreciaban a los publicanos (por ser cobradores de impuestos para el imperio romano), pero el Maestro sabía muy bien que ellos eran personas necesitadas de Dios.
Dios mismo anhela que el corazón del ser humano sea humilde en verdad. Es necesario adorar, orar, ayunar y demás asuntos espirituales; sin embargo, debemos hacerlo con la sencillez que el mismo Señor Jesucristo nos enseña, es decir, debemos evitar la hipocresía y las apariencias religiosas. El Señor espera corazones sencillos, genuinos y sinceros. (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria).
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