Uno de los temas más tratados en ésta carta es la
manera de hablar. En éste caso Santiago se dirige primero a los maestros, pues
esto conlleva una gran responsabilidad. Hablar correctamente no sólo glorifica
a Dios, sino que evidencia madurez cristiana (“varón perfecto” es maduro
espiritualmente).
El caballo es gobernado por un pequeño freno y las
grandes naves son gobernadas por un pequeño timón, así también la lengua es
pequeña pero puede encender un gran bosque. La lengua cuando no es administrada
por Dios, es alimentada por el fuego del infierno, es un mundo de blasfemia,
codicia, idolatría, avaricia y toda clase de mal.
2) Nuestra boca debe ser una fuente de bendición (3:7-12).
Dios le dio al hombre desde el comienzo de la creación
la potestad para domar animales, asunto que se ha logrado, pero no ha podido
domar la lengua. Se presenta la lengua también como un órgano llena de veneno
mortal, es decir ésta tiene la capacidad de generar muerte y destrucción cuando
no se rinde a Dios.
Por lo general la lengua es incoherente, es decir
puede en un momento levantar alabanzas al Señor, y luego maldecir al hombre el
cual está hecho a la semejanza de Dios. Santiago dice: “Hermanos míos”
indicando que se refiere a cristianos, así pues debemos hablar de acuerdo al
Cristo que vive en nosotros.
Debemos rendir nuestra boca a Dios para que ésta sea
una fuente de bendición y edificación para todo aquel que nos oye. Debe ser
nuestra boca una fuente de la palabra de Dios, una boca que bendice y declara
las buenas promesas del Señor.
3) Las dos sabidurías (3:13-18).
La Carta de Santiago está llena de sabiduría (así como
lo es el libro de Proverbios en el Antiguo Testamento), pero es aquí donde
específicamente se habla de ella. La sabiduría según la mentalidad judía es “el
equipamiento del corazón y de la mente para vivir de manera recta y
honesta”. Por eso dice el versículo
trece que el sabio muestra su sabiduría en sus obras (no en sus palabras).
La sabiduría terrenal genera celos amargos (envidia,
resentimiento, amargura), contención (ambición, egoísmo) y orgullo, por eso
dice “no os jactéis”, esta sabiduría genera “perturbación y perversión”
términos que además quieren decir: inestabilidad, desorden, trastorno, maldad; y
esta sabiduría no es la que viene de Dios.
En contraste la sabiduría que viene del Señor procura
la unidad, la paz, el amor, la justicia, etc; virtudes de Cristo que se hacen
evidente en el cristiano rendido a él. A diferencia de la sabiduría terrenal,
la celestial es humilde, perdona y procura el bienestar del otro, es la
sabiduría pura y genera motivos correctos.
.
Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare Salmos 137:6. Es tan difícil mantenernos calladitos. Caemos en tentación y ella nos delata.
ResponderBorrarSeguiremos pidiendo al Señor porque nuestra lengua se rinda a Él, en todo momento.
Muchas gracias pastor por su sabiduría en la palabra del Señor y cómo nos lo explica todo.
Tienes razón Sara, y son precisamente esas debilidades humanas las que nos acercan a Dios, y nos motivan a buscarlo y depender de él. Dios te bendiga y gracias por tus comentarios.
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