Dios es el único y verdadero juez (Santiago
4:11-12).
Una vez más Santiago por el Espíritu Santo nos
recuerda el cuidado que debemos tener al hablar para no caer en los excesos.
Hablar en contra de un hermano o juzgarlo es hablar contra la ley misma, y esto
hace que la persona se convierta en juez y sólo Dios es juez.
Como Creador y Dador de la ley él es superior a todos,
y en sus manos está la vida y la muerte. Ante todo esto, pregunta Santiago:
¿Quién eres para juzgues a otro? Cada uno de nosotros requiere y seguramente solicita
diariamente la misericordia del Señor sobre su vida, por eso no podemos
condenar a nadie.
El pecado de la auto suficiencia (Santiago 4:13-17).
Seguramente hace referencia a comerciantes mal
intencionados de aquella época, quienes se dedicaban a negocios lucrativos y
planeaban como ir, abusar y engañar a las personas. Estaban equivocados por
varias cosas:
Dios bendice el recto caminar.
No dependían de Dios, Señor y Dueño de todo.
No reconocían que su corta o larga vida la definía
Dios mismo.
La vida del hombre es como la neblina, la cual es
pasajera. Lo correcto es contar siempre con la dirección y aprobación de Dios.
La autosuficiencia es una expresión de soberbia, en contraste depender de Dios
y reconocer su señorío es una expresión de humildad.
Debemos mantener presente que Dios es el Dueño de todo
y el hombre es administrador. Por eso depender del Señor es fundamental para
siempre hacer las cosas según su voluntad.
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