Dios castiga el abuso y la opresión (Santiago 5:1-6).
"Vamos ahora, ricos. Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla" Santiago 5:1-2.
Las riquezas enmohecidas, por su acumulación sin uso,
testifican contra aquel que las posee-, recordándonos esto que las riquezas
deben ser usadas para el bien de la humanidad. Aquella acumulación de riqueza
sin medida y avaricia terminarán destruyendo a la misma persona.
En versículo cuatro nos describe otro pecado que
estaban cometiendo los ricos: “abusaban, engañaban y defraudaban al trabajador”.
El clamor del agricultor ha subido delante del Señor de los ejércitos, es decir
el Omnipotente Dios no ha sido indiferente a esa injusticia.
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Los versículos cinco y seis nos describen una falta
más, y es que los ricos estaban viviendo de manera disoluta, es decir vivían
entregados a los placeres y al desenfreno.
Ellos entonces se conducían sin temor de
Dios, como si no existiera Aquel a quien tenían que dar cuentas. Abusaban de la
necesidad del otro, falseaban el derecho y la justicia, y oprimían a aquel que
no se podía defender.
Dios nos llama entonces a conducirnos recatadamente y con justicia en la tierra, pues todos daremos cuanta al Señor. El amor y la misericordia deben gobernar nuestro corazón cada día.
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