La sangre de Jesús es una poderosa arma para caminar en
victoria, Apocalipsis 12:10-11.
Se nos describe aquí que
“el acusador de nuestros hermanos” (el diablo) ha sido lanzado fuera, y se
añade en el versículo once las armas con las cuales se obtuvo la victoria: La
sangre del Cordero y la palabra del testimonio...
“La palabra” citada aquí nos recuerda lo
que nos dice Efesios 6:17 “y tomad la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios”.
La sangre del Cordero
(Jesucristo el Señor) es una poderosa arma de guerra, cada vez que se usa le
estamos recordando al enemigo que fue derrotado en la cruz del calvario, por
eso dice la Biblia que Jesucristo “destruyó por medio de la muerte al que tenía
el imperio de la muerte, esto es al diablo”.
La sangre de Jesús
destruye la autoridad del diablo que es el pecado, pues la sangre nos limpia del
pecado. Por eso ante el arrepentimiento es anulada la autoridad de las
tinieblas sobre una persona o territorio.
Cuando los israelitas
aplicaron la sangre del cordero en el marco de las puertas de sus casas el
ángel de la muerte no pudo entrar a sus hogares, no pudo tocar a sus familias; entonces
la sangre de Jesucristo es cobertura, es protección, es un arma poderosa para resistir
y derrotar los planes del maligno.
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La sangre de Jesús es
sumamente valiosa (muchísimo más que el oro y que la plata) y la derramó en la
cruz para librarnos de la condenación eterna. La composición de la sangre de
Jesús (el Cordero de Dios) es única, es pura, sin pecado, perfecta, sin
contaminación humana.
Es muy interesante que
la Biblia nos dice que Jesús es el unigénito Hijo de Dios, y en la Biblia “unigénito”
se traduce del término griego “monogenes” palabra compuesta que significa:
único engendrado, por implicación “único en su genética”. Aquella sangre
perfecta, pura y única fue derramada en la cruz para darnos vida a nosotros. Gracias
Señor Jesús por tu inmenso amor.
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Preciosa sangre protectora! Qué afortunada de sentir su presencia en mi vida. Gloria al Todopoderoso
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