Jesús derrotó la muerte

Introducción: La Biblia nos dice “Para esto apareció el Hijo de Dios para deshacer las obras del diablo”. Esta expresión no solo hace referencia a las obras de brujería o hechicería, el poder de nuestro Señor Jesucristo deshace o rompe toda acción de las tinieblas contra el pueblo de Dios, los planes demoníacos son destruidos y todo plan oculto o maquinación infernal es avergonzada…  

Predica: Jesús derrotó la muerte.

Hebreos 2:14 “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.  

1) Definición de “imperio” en Hebreos 2:14.

Comentario: En primer lugar veamos el significado de la palabra “imperio”:

Imperio se traduce de la palabra griega “kratos” que además significa: dominio, fuerza, poder manifiesto. Entonces no es imperio en nuestro concepto natural, sino un poder o fuerza que destruye y procura con su terror tener dominados a los hombres.

En Apocalipsis 1:18 el Señor Jesucristo resucitado expresa su victoria sobre la muerte, así como su autoridad sobre ella “pues ahora tiene las llaves de la muerte y del Hades”.  Por eso no hay puerta ni obstáculo que pueda detener al Señor, ni siquiera los poderes del infierno, también por eso dijo el Señor: “Las puertas del Hades no prevalecerán contra mi iglesia”.  

2) Acciones y naturaleza del imperio de la muerte:

Comentario: Como hemos visto el imperio de la muerte procura someter a la humanidad y que ésta sufra los efectos de su naturaleza. La muerte es una palabra que implica varios aspectos: el cuerpo vuelve al polvo; separación de Dios; plaga; peligro; ausencia de vida; decrecimiento; ruina; tinieblas; etc. Todos estos y otros más, son evidencias de las obras del imperio de la muerte.    

                 

En la Biblia la palabra “muerte” puede hacer referencia a un ser espiritual demoniaco, a una región o lugar, a una condición, etc, según el contexto. Veamos por ejemplo:  

a) Apocalipsis 6:8, pasaje que nos habla de eventos futuros, y el cual nos permite ver aquí a Muerte, quien es en éste caso una potestad (posiblemente un ángel caído) que genera violencia, hambre, y muerte en la humanidad.  

b) Apocalipsis 20:13-14, nos habla del juicio ante el gran trono blanco, y aquí la muerte (así como el hades) es una región o lugar, y ambos la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos para ser juzgados y lanzados a la condenación eterna.

c) Dios nos revela una región llamada “muerte” y otra llamada “sombra de muerte”, lo vemos en Job 38:16-17, aquí el Señor nos habla de puertas, aquellas puertas no solo son para el ingreso de los que mueren sin Cristo, ya que Mateo 4:13-16 nos enseña que Galilea estaba bajo la influencia de aquella región espiritual y por eso todos los afligidos y atormentados, lunáticos y endemoniados venían a Jesús, quien era la Luz.    

   

3) Jesús venció el poder del pecado.

Comentario: Es muy importante tener en cuenta que Pablo dice: “el aguijón de la muerte es el pecado” 1 Corintios 15:56 y en Romanos 6:23 “la paga del pecado es la muerte” entonces podemos concluir que es el pecado lo que le da fuerza y dominio al imperio de la muerte.

Nuestro pecado lo llevó Jesús y por eso murió, él no cometió pecado, y por tanto el imperio de la muerte fue destruido. Por medio de su sangre vertida en la cruz del calvario nuestros pecados son limpiados y por tanto, somos libres del juicio venidero, y por la fe en Jesús ahora tenemos vida eterna. Por la autoridad en Cristo ahora podemos reprender las obras de las tinieblas y avanzar alcanzando los planes de Dios para nuestra vida.  

Conclusión: Jesucristo es Dios sobre todas las cosas, él es Dios Todopoderoso y por tanto todo es posible para él, ni siquiera la muerte lo pudo retener. El Señor resucitó al tercer día derribando al que tenía el imperio de la muerte, por eso él es dador de vida, él es la resurrección y la vida, y todo aquel que en él cree no ira a condenación sino que tendrá vida eterna.                    


      

(Escrito por pastor Gonzalo Sanabria).    

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