Introducción: Tu
servicio a Dios, tu perseverancia y fidelidad al Señor nunca será en vano. Jesús entregó
completamente su vida a la voluntad del Padre celestial, y Dios lo honró sobre
todo nombre; así mismo el Señor Jesús ha prometido bendecir todo aquel que le
sigue y le sirve. El mismo es tu fuerza y provisión, él es tu escudo y fortaleza...
Jesús recompensa a quien le sigue.
Jesús promete
bendecirnos aquí y en su reino venidero, Marcos 10:28-30
“Entonces Pedro
comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado
casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras,
por causa de mí y del evangelio que no reciba cien veces más ahora en este
tiempo; casa, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones;
y en el siglo venidero la vida eterna”.
Pedro como
cualquier ser humano está inquieto por su futuro, y ellos tomaron decisiones
firmes al seguir a Jesús, y como él dice dejaron todo para seguirlo. Jesús nos
enseña varias cosas aquí:
a) Jesús no decepciona aquel que le
sigue.
b) Dios recompensa a aquella persona que
le sirve.
c) Seguir a Jesús y servirle puede tener un costo terrenal, pero la
recompensa celestial siempre será mayor.
d) Jesús promete recompensar no sólo en
el reino venidero, sino en el tiempo presente.
En otras palabras
Jesús no le queda debiendo a nadie, más bien recompensa cien veces más aquí en
la tierra, y otorgará privilegios especiales en el siglo venidero. Aquí vemos
una vez más el poderoso e inevitable principio de la siembre y la cosecha.
Es muy interesante
ver que el objetivo de Dios es el bienestar de sus hijos, y él mismo ha
diseñado mecanismos para bendecir a su pueblo. Además del templo en tiempos de
Jesús, había sinagogas donde se reunían los judíos para cantar himnos, leer y
explicar la Tora. Los judíos de la diáspora lo primero que hacían era construir
una sinagoga. La palabra sinagoga desde el hebreo traduce “lugar de reunión”.
Para ellos
construir su sinagoga era fundamental para reunirse. Recordemos que un
centurión había construido una sinagoga para los judíos: Lucas 7:3-6a,
y Jesús conforme a su petición le sanó al siervo que amaba y estaba enfermo.
El corazón generoso
del centurión y el amor de éste por los judíos seguramente tocaron el corazón
del Señor Jesús. Nunca será en vano lo que hacemos por la obra de Dios, de una
o de otra manera el Señor recompensa a aquel que le sigue y le sirve.
Conclusión: Seguir a Jesús es sin duda un desafío de fe, y es esa fe la
que agrada a Dios. El Señor nunca deja en vergüenza a quien cree en sus
promesas, el hombre puede estar seguro y confiado, pues Dios no miente.
Escrito por pastor Gonzalo Sanabria.
Escrito por pastor Gonzalo Sanabria.
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