Te invito a leer: Dios está contigo en todo tiempo
El poder transformador de Dios
Dios transforma nuestras dificultades en milagros
Sermón: Dios sana los corazones lastimados. Nos dice la Biblia en Génesis 33:4 “Pero Esaú
corrió al encuentro de su hermano Jacob y le abrazó, y se echó sobre su cuello,
y le besó; y lloraron”.
1) En primer lugar, debemos tener presente que Jacob
había huido de su tierra natal porque su hermano Esaú pensaba matarlo por haber
usurpado su lugar y recibir de su padre Isaac la bendición.
Para el momento en el que se da este pasaje
bíblico habían transcurrido unos veinte años, y Jacob durante todo ese tiempo
no vio a sus padres, estuvo lejos de sus amigos y perdió la amistad y todo
contacto con su hermano Esaú.
La palabra de Dios nos enseña que por
dirección del Señor y con su propia familia, Jacob vuelve de regreso a su
tierra, pero su corazón está lleno de miedo (lo más seguro es que Jacob por 20
años luchó contra aquel temor, deseando ver a su familia y estar en su tierra).
2) En segundo lugar, nos enseña la palabra de
Dios que su hermano Esaú viene a su encuentro, con cuatrocientos hombres, y el
temor de Jacob lo lleva a planear una estrategia para salvar su vida, y por eso
envía a su familia delante de él con muchos regalos para apaciguar el enojo y
rencor que creía tenía su hermano Esaú hacia él.
Sin embargo, leemos en la Escritura que la
reacción de Esaú no fue de venganza, ni rencorosa, él salió corriendo a abrazar
a su hermano Jacob. Debemos preguntarnos aquí: ¿Cuántas veces el miedo nos hace
imaginar momentos dolorosos y trágicos, o nos lleva a planear estrategias
innecesarias y vergonzosas; o nos creer que lo peor está por venir?
3) En tercer lugar, debemos destacar la
expresión: “los dos lloraron”, lágrimas que ponen en evidencia una labor divina
en cada uno de sus corazones; Dios había trabajado con Jacob (quien a pesar de
su temor había regresado) y con Esaú (quien ya no tenía en mente matar a su
hermano).
La verdad es que hay momentos y sucesos de nuestro
pasado que por estar ligadas al dolor no quisiéramos recordar o tener que
enfrentar de nuevo, es aquí donde nuestro Sanador, Jesucristo el Señor,
manifiesta su poder y amor conduciendo al ser humano al genuino perdón, y
actuar como Dios nos perdonó a nosotros en Cristo.
La palabra de Dios nos enseña que cuando logramos
perdonar a los demás sus ofensas y pedir perdón a quien hemos herido, nuestro
corazón experimenta sanidad y liberación (recordemos que la palabra griega utilizada
en la Biblia para para perdonar es “apolúo” que además quiere decir: soltar,
poner en libertad).
4) En cuarto lugar, debemos tener presente que
quien perdona suelta las cargas de su alma y queda libre de las cadenas del
resentimiento y la amargura.
La palabra de Dios nos enseña que debemos
evitar la raíz de amargura. Cuando el árbol de la amargura logra penetrar con
sus raíces nuestro corazón, éstas consumen la vida, fuerza y gozo del ser humano;
todo se vuelve caótico, difícil, oscuro, triste, y lamentablemente este árbol
comienza a exhibir en la persona sus amargos frutos.
Por eso Dios nos manda a perdonar, y esto no
sólo trae sanidad y libertad, sino que nos permite crecer y permanecer firmes
en esta salvación tan grande, pues Jesús dijo: “perdonad, si tenéis algo contra
alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a
vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre
que está en los cielos os perdonará”. El perdonar a otros es una decisión que
debemos tomar.
Conclusión: En ciertas ocasiones nos vamos a
encontrar con que perdonar va acompañado de cierto grado de dificultad,
precisamente por el dolor causado, pero Dios está con nosotros para ayudarnos
en esta decisión, y hacerlo producirá múltiples bendiciones en nuestra vida.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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